Caía la noche, en el jardín los grillos tocaban su melodía favorita, el sofá me invitaba al descanso, y a pesar de la comodidad que me proporcionaba el calor de mi casa, el paso del día se cernía sobre mí, como un ave de presa que comienza a cerrar el círculo sobre su víctima, hasta que la atrapa.
De la misma manera, ella me estaba rondando, acercando su mano cada vez más a mi cuello y haciendo que mi oxígeno dejara de recorrer mi cuerpo, cual cadáver inerte y decrépito. Y en ese preciso instante una luz viene a mí, una imagen, una idea, mi salvación, pensar en ti …
En ti que me estás leyendo, en una hermana que lucha conta viento y marea, en la soledad de su hogar, sin miedo a bailar y sin miedo a lo que ya no está y no puede hacernos daño. Sin miedo a levantarse cada día y vivir la vida tal como venga, con sus idas y venidas, con lo bueno y con lo malo, con lo que es y con lo que está por venir, pero sobre todo con valentía. La valentía del guerrero que corre indómito ante su enemigo, sin plantearse si es más poderoso que él, simplemente con la confianza en sí mismo, con su "ego" y con su "credo".
Respira.
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