" Y el tiempo oyó el silencio"
Me acuerdo de salir al campo con mi padre los días de invierno, recogíamos setas, musgo y espárragos. Era un juego maravilloso, en el que yo debía desear muy muy fuerte encontrar cualquier cosa o planta y de una forma inaudita , allí aparecía, delante de mis ojos, los de mi padre. Aquellos ojos que me miraban con tanto amor, cariño y calidez. Aquellos ojos que eran capaza de traspasar un muro o viajar a la vía láctea si era necesario para protegerme. Aquellos ojos lo eran todo, eran el hogar hecho mar, verde, inmensos, penetrantes, eran el refugio, eran el abrazo hecho mirada, el amor en un abrir y cerrar de ojos, a golpe de pestañeo fugaz.
Me acuerdo de los viajes en coche con mis hermanos, donde las horas parecían minutos, las conversaciones provocaban risas como cascadas borboteantes o llantos de bebé que se volvían a convertir en palabras, y más risas... y las noches ¡Ay las noches! un cielo lleno de estrellas, cojines por doquier y una radio en la que sonaba el dúo dinámico.
Me acuerdo de los despertares de mi madre, con olor a café Saimaza y tostadas con tulipán, de fondo el sonido de la máquina de coser y su cantar en la lejanía.
Me acuerdo de los paseos en la montaña, el olor de las flores, el rumor del río, el frescor del viento peinando mi pelo mientras me hago una coleta para sentir la humedad del ambiente en mi cuello.
Me acuerdo de las noches en vela, entre libros y cigarrillos en las épocas de exámenes, mientras en la habitación contigua escuchaba a los amantes gozar la carne y una radio de fondo con El loco de la colina.
Me acuerdo de las noches de desenfreno, alcohol, sexo, risas y velas, muchas velas... donde el amigo se vuelve pareja y la pareja se pierde en lo efímero del momento.
Me acuerdo...me recuerdo...te recuerdo.
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