La mañana comienza pronto, con la respiración pausada del hogar, el canto de los pájaros, el olor del café y el ansia por abrir la ventana y recibir los primeros rayos de sol.
Sostener una bebida caliente, y salir al jardín para observar la naturaleza, es un acto que se me hace indispensable, cada mañana, llueve o ventee, haga calor o frio...
Respirar la tierra, percibir el vaivén de los árboles, oler el aroma de las flores; el azahar, el jazmín o la dama de noche son mis fieles compañeras.
Y así, cuando el viento alegre mece los mechones de mi pelo, mientras la taza calienta mis manos e incluso mi alma, es cuando comienza mi mañana, mi mayor regalo, despertar cada día y ver a amanecer.
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