Durante años, me he sentido culpable por observarme triste ante una situación o circunstancia que pudiera ser insignificante a ojos de otro, solo porque mi tristeza no se tratara de una cuestión de vida o muerte. Al parecer no podemos estar tristes teniendo un trabajo, una familia, un hogar y un trozo de pan que llevarnos a la boca. Nos han educado bajo el yugo de la maldita culpa, donde no tienes derecho a llorar o estar triste teniendo todo lo que tienes, como si el tener o no tener cosas tuviera algo que ver con la felicidad.
Toda una vida atada a las falsas creencias y al llorar es de cobardes, sin comprender que las lágrimas hay que dejarlas salir para que cumplan su función:limpiar, como la lluvia, recordando en este momento un bonito libro que os recomiendo:"La lluvia sabe por qué ".
Estoy cansada de que el guión de la vida me exija hacer el paripé y fingir estar bien o ser fuerte para estarlo. Quiero vivir mis días de tormenta y disfrutarlos, porque con tormenta y lluvia, también se disfruta una lectura o un té y porque si me paro a pensarlo,este día gris también lo he creado YO, por algo será.
¿ Por qué dejar que alguien marque mi ritmo?
